¿QUÉ SIGNIFICA SER CRISTIANO? 3A PARTE. ADOPTADO COMO HIJO DE DIOS.
3. EL CRISTIANO ES ADOPTADO COMO HIJO DE DIOS.
¿Qué es adopción?
La adopción es recibir a una persona en el seno de su familia para hacerlo su propio hijo, es admitirlo, abrazarlo, recibirlo y aprobarlo como si fuera su propio hijo, para que tenga los mismos derechos de sus hijos biológicos. La adopción es una idea de familia representada en términos de amor, teniendo a Dios como nuestro padre. El pecado nos ha separado de nuestro verdadero Padre Celestial, pero Dios en su misericordia y gracia nos ha acogido otra vez en su familia aunque no lo merecemos por medio de la obra de Jesús.
1Jn 3:1-3 Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él. Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo que seremos cuando Cristo venga. Pero sí sabemos que seremos como él, porque lo veremos tal como él es. Y todos los que tienen esta gran expectativa se mantendrán puros, así como él es puro.
En el Nuevo Testamento la adopción expresa un acto de libre gracia de Dios, acto por el cual, justificándonos por la fe, Dios nos recibe en su familia y nos constituye herederos del patrimonio celestial.
En Cristo Jesús, y mediante su obra redentora, los creyentes recibimos la adopción «de hijos»:
Gálatas 4:4-7 Pero cuando llegó el momento que tenía determinado, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido como judío, a comprar nuestra libertad, ya que éramos esclavos de la ley, a fin de adoptarnos como hijos suyos. Y como somos sus hijos envió al Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, para que sin temor a equivocarnos pudiéramos llamarlo “Padre nuestro”. Ya no somos esclavos, sino hijos de Dios. Y como somos sus hijos todo lo que tiene nos pertenece.
Algunos de los privilegios de este estado de adopción son:
- el amor y cuidado de nuestro Padre celestial; romanos 8:15 No debemos actuar como esclavos serviles y cobardes, sino como verdaderos hijos de Dios, como miembros adoptivos de su familia que pueden llamarlo: “Padre, Padre”. Porque el Espíritu Santo nos habla a lo más profundo del alma y nos asegura que somos hijos de Dios.
- la semejanza a su imagen, Romanos 8:29 Desde el mismo principio Dios decidió que los que se le acercaran (y Él sabía quiénes se le habrían de acercar) fueran como el Hijo, para que El fuera el mayor entre muchos hermanos.
- el libre acceso a Él en todo tiempo; Hebreos 10:19-23 Por eso amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo, podemos entrar en el Lugar Santísimo en que Dios está, por el fresco, nuevo y vivo camino que Cristo nos abrió a través del velo (o sea, a través de su cuerpo), y ya que tenemos un gran sumo sacerdote en la casa de Dios, lleguémonos hasta la misma presencia de Dios con corazones sinceros, confiando plenamente que ha de recibirnos, porque hemos sido purificados con la sangre de Cristo y lavados con agua pura. Ahora podemos contar con la salvación que Dios nos ha prometido; ahora podemos decir sin temor a equivocarnos que la salvación es nuestra, porque El siempre cumple su palabra.
- el testimonio del Espíritu Santo, por el cual exclamamos: « ¡Abba, Padre!», (Romanos 8:15).
- y el mismo Espíritu Santo, que es la garantía que Dios nos da de su adopción en Cristo Jesús y un título a nuestro hogar celestial:
2Corintios 1:22 El Señor ha puesto su marca en nosotros —que declara que le pertenecemos— y ha puesto su Santo Espíritu en nuestros corazones como garantía de que le pertenecemos y como un adelanto de lo que nos va a dar.
2Corintios 5:5 Dios tiene esto preparado para nosotros y nos ha dado su Santo Espíritu como garantía.
Efesios 1:14 La presencia del Espíritu Santo en nosotros es la garantía divina de que nos dará lo prometido; y su sello en nosotros significa que Dios ya nos ha comprado y garantiza que nos llevará hasta El. Este es un motivo más para alabar a nuestro glorioso Dios.
No se trata, pues, únicamente de un título que muestra el amor de Dios a sus criaturas: El hombre participa de la naturaleza de aquel que lo ha adoptado como hijo suyo (2 Pedro_1:4 Y, debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos). Los hijos de Dios participan de la misma naturaleza de Dios, y la gracia viene directamente de la naturaleza divina.
Por cuanto somos participes de la naturaleza divina de Dios también debemos estar dispuestos a padecer con Cristo probablemente persecución, burla, etc. antes de ser glorificados, es decir, llevados al cielo en gloria.
Romanos 8:17-18 Y como somos sus hijos, compartimos sus riquezas, pues todo lo que Dios le da a Jesucristo es ahora también nuestro. Pero si compartimos su gloria, también hemos de compartir sus sufrimientos. Sin embargo, lo que ahora sufrimos no tiene comparación con la gloria que nos dará después.
Ahora que somos hijos de Dios, ¿Cómo debemos vivir?
- Debemos brillar como Luz delante de los hombres, para que viendo nuestras vidas santas terminen dándole la Gloria a Dios nuestro Padre.
Mateo 5:14-16 Ustedes son la luz del mundo. Como ciudad asentada sobre un monte, brillan en la noche para que todos vean. ¡No escondan esa luz! ¡Déjenla brillar! ¡Que las buenas obras que realicen brillen de tal manera que los hombres alaben al Padre celestial!
- Debemos imitar a Dios en todo, en su amor, su perdón, su misericordia para llegar a ser perfectos como Dios nuestro Padre.
Mateo 5: 44-48 Pero yo digo: ¡Ama a tu enemigo! ¡Ora por los que te persiguen! De esta forma estarás actuando como un verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo, porque El da la luz del sol a los malos y a los buenos y envía la lluvia al justo y al injusto. Si amas sólo a los que te aman, ¿qué de extraordinario tiene eso? ¡Aun el ser más bajo hace lo mismo! Si sólo eres amigo de tus amigos, ¿qué tienes de diferente? ¡Aun los paganos hacen eso! Trata de ser perfecto, como tu Padre que está en los cielos es perfecto.
- Debemos confiar plenamente en Dios recordando que Dios es quien nos alimenta y nos viste.
Mateo 6: 25-26 Por lo tanto, te aconsejo que no te preocupes por la comida, la bebida, el dinero y la ropa, porque tienes vida y eso es más importante que comer y vestir. Fíjate en los pájaros, que no siembran ni cosechan ni andan guardando comida, y tu Padre celestial los alimenta. ¡Para El tú vales más que cualquier ave!
- Debemos agradar y servirle a Dios en secreto.
Mateo 6:17-18 Pero cuando ayunes, vístete de fiesta, para que nadie, excepto tu Padre, se dé cuenta de que tienes hambre. Y tu Padre, que conoce todos los secretos, te recompensará.
- Debemos hablar con Dios como quien habla con Su Padre.
Mateo 6:7-9 Cuando estés orando, no te pongas a estar repitiendo la misma oración, como los paganos, que piensan que si repiten la oración varias veces Dios va a contestar enseguida. Recuerda que tu Padre sabe exactamente lo que necesitas antes que se lo pidas. Ora más o menos así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
CONCLUSIÓN
El cristiano no solo es un discípulo en búsqueda de crecimiento espiritual o un seguidor de Jesús, es una parte del cuerpo de Cristo que conoce los dones de los cuales ha sido dotado con el fin de ayudar en la edificación del cuerpo de Cristo, usar esos dones para alabar a Dios en todo lo que haga y ganar almas para Cristo, y también es un hijo de Dios, un hombre que ahora ha nacido de Dios por medio de Jesús y su obra y por tanto participa de su naturaleza santa y divina, es una persona que goza de ser ahora el templo del Espíritu Santo, el lugar santísimo donde habita Dios, es alguien que no solo sabe que Dios es Dios y Señor suyo sino que sabe que es ahora Padre, y como tal, goza de su cuidado, protección y amor, es conocido por su Padre pues se acerca libremente a Su Padre para hablar en plena confianza, y por sobre todo es una persona que quiere buscarle no para que los demás se den cuenta sino para buscarle y agradarle en todo.